He comprado un monitor, nuevo, guay.
En mi casa viven tres ordenadores y tres personas. Y la gata. Todos con nuestras indisposiciones.
A mí, ahora, me duelen las muelas (esta tarde voy, de nuevo, a un dentista)... De vez en cuando, a mi hijo, le da la alergia... y mi hija está bastante sana (aunque a veces ella se empeñe en disimularlo).
En el lado opuesto, el ordenador de mi hijo,
el nuevo, lo pasó mal al principio, le costó adaptarse, pero ahora es uno más... bueno, uno más sólo suyo. No se acatarra, no coge fríos y misteriosamente no se le pega la alergia. Estamos contentos con él... aunque tenga sus deficiencias. Se lo hacemos notar cuando Warein nos deja mirarlo.
El ordenador mío... bueno, el que me dejaron, es
el viejo, con sus achaques. Debe tener alguna enfermedad senil... porque, a veces, dice que no se conecta y no se conecta, manías de viejo, le disculpo yo, al fin y al cabo es mío y viejecito, quién, sino, le iba a disculpar. Debe echarle un vistazo mi hijo, pero sólo tiene ojos para el suyo.
Y por fin, la estrella de la casa, el ordenador de mi hija, pobre, el ordenador de todos,
el bueno, el que lo tiene todo... el que yo utilizo en verano y cuando no están ellos, en invierno. Pero por alguna extraña razón, porque mira que costó pasta, se le estropeó el monitor. Se veía borroso (la frase de Anaïs más común, cuando se sentaba ante él, era, "no se ve un carajo").
Y, bien sea, porque me cansé de oír la frasecita, bien sea, porque en verano es mío... les supliqué a mi hijo y a su padre que compraran (ellos entienden de esto más que yo) uno nuevo, que no fuera muy caro. Y ahí están los dos, mi hijo y su padre, eligiendo nuevo monitor, estoy deseando que lo vea Anaïs. Claro, con la pantalla grande (más que las otras) y plana que se viera bien, que parece ser que no es fácil, y claro... una pasta. La cartilla del banco está temblando, entre los viajes y los extras, no sabe de dónde le viene. Pero estoy contenta... os escribo y os leo de maravilla, he comprado un monitor, nuevo, guay. MJ