martes, noviembre 22, 2005

Chica robot

De repente su vida se había transformado en una serie indefinida de movimientos mecánicos. Ahora tocaba el piano, ahora cocinaba, ahora iba a trabajar, ahora se lavaba los dientes. Actuaba sin pensar o pensaba en actuar. Se sentía como una caja de huesos, carne y piel, en la que todos los órganos realizaban sus funciones sin ninguna otra preocupación. Incluso su cerebro se limitaba a dar estúpidas órdenes al resto del cuerpo: camina, apaga el despertador, atiende a lo que te están diciendo. Tan sólo de vez en cuando se sentaba un momento en el sofá gris y se obligaba a reflexionar: ¿Era aquello realmente una vida? ¿Qué había sido de la risa sincera, de la agonía y de las lágrimas? ¿Dónde estaba ese barullo de sentimientos que la solía envolver antes de dormir? Y sobre todo, ¿era eso mejor que lo anterior? Porque al menos sufriendo, una se siente viva.

2 Comments:

Blogger manuel_h said...

ja

El sufrimiento nunca se echa de menos. Será otra cosa.

8:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tiene razón Manuel, de cualquier manera mejor aburrida. Nos aburrimos juntas?????, jejejejejejej

11:03 p. m.  

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